30 julio, 2012

Diario de un Soldado... Pt. 3

"No es que me parezcan poco elocuentes... Más bien, tienen formas distintas de hacer las cosas..." - Maestro Zak sobre Mique Cortés y Alex Peña.



Transmitiendo: Diario del Comandante 26-3MARC.

Entrada No. 3.

Corrían malos tiempos, desde luego...

Después de haber descubierto que el líder del Concilio y Lord Sith no era otro que el padre (antes pensado muerto) del General Cortés, el curso de toda la guerra cambió drásticamente.

El Alto Consejo Jedi temió que esta revelación pudiera afectar seriamente al General Cortés, lo cual sorpresivamente no sucedió. El Jedi no perdió la chispa que caracterizaba su personalidad. Al contrario, la hizo más fuerte.

Nuestra siguiente gran batalla tendría lugar en Krakzan, un planeta en los límites de la Galaxia. La República había enviado un destacamento hacía tiempo para explorar y se les había perdido la pista. Enviaron al General Cortés y a mi escuadrón a averiguar su paradero y, de ser necesario, rescatar y/o limpiar la zona.

Íbamos fuertemente armados. Incluso el general llevaba un rifle, por si las dudas. Los demás iban por clases. Teníamos soldados de asalto, de choque, de precisión y algunos pilotos, también por si las dudas. Después de todo, era territorio desconocido.

- Señores, - Escuchamos al Jedi decir - Ya saben que es posible que muchos no volvamos de esta misión... Sin embargo, quiero que sepan que haré cuanto pueda para que nuestras bajas sean las menores posibles. Para que regresemos triunfantes... ¡Juntos por la victoria!

- ¡Juntos por la victoria! - Gritamos todos, alzando nuestras armas.

Descendimos en las cañoneras demasiado tranquilamente. Encontramos un claro en medio de la selva que cubría todo el planeta y aterrizamos ahí. Montamos el campamento sin mayor inconveniente y mandamos exploradores en motos speeder a investigar la zona. Fue entonces cuando las cosas se tornaron sombrías.

Los exploradores jamás regresaron. Su última transmisión se vio interrumpida y solo alcanzamos a distinguir gritos, disparos y chillidos entre la interferencia. Las primeras impresiones nos dieron a pensar que había sido un ataque de algo salvaje.

- ¿En serio? - El General Cortés meditaba - ¿Clones vencidos por simples criaturas salvajes?... Vamos, son mejores que eso.

- ¿Qué sugiere entonces? - Le pregunté, temiendo su respuesta.

- Mhhhh... - Tardó en responder - Evidentemente hay algo extraño. Incluso ustedes pueden sentirlo.

Volteamos a ver a nuestro alrededor... Las tropas, imponentes por las armas que cargaban, se veían menos impresionantes de lo que aparentaban. Incluso reducidas.

- General, mis tropas tienen... ¿Miedo?

- Evidentemente, Sci...- Sonrió, lo cual me extraño bastante - El miedo a lo desconocido siempre se hará presente...

- ¿Y que se hace en esos casos, señor? - Le preguntó uno de mis soldados más novatos.

- Lo enfrentas... Como tendremos que hacerlo...- Se escucharon unos ruidos detrás del campamento y el Jedi accionó su sable - ... ¡Ahora!

Todo paso muy rápido. El General Cortés saltó arrojando un empuje de Fuerza hacia nosotros para que sobreviviéramos a la caída de un misil salido de la nada. Cayó sobre el cráter dejado por el mismo y salió corriendo hacia los matorrales frente a nostros. Escuchamos otros sables láser accionarse y vimos un choque de luz esmeralda y rubí.

Mientras tanto, los droides del Concilio aparecían entre nosotros, disparando. Parecía que habían logrado infiltrarse con algún tipo de dispositivo de ocultamiento y habiendo hackeado nuestros sensores. Vi varios hermanos caer y tuve miedo, realmente, de no salir vivo de ahí.

Cortés salió de entre los matorrales, siendo perseguido por lo que parecía ser un cazarrecompensas desconocido, pero entrenado en los caminos de la espada y blandiendo dos sables de hoja rubí.

- ¡Retrocedan y reagrupense que vienen más! - Nos alcanzó a ordenar antes de que su perseguidor diera un salto y cayera encima de él.

Impulsado por el deseo de salir con vida de esa misión, corrí hacía allí y sin pensarlo 2 veces embestí al cazarrecompensas que, sorprendido, cayó a un lado y a punto de mi rifle. Cortés se levantó a mi lado, tosiendo y agradeciéndome la intervención.

A nuestro alrededor, los droides caían bajo las ráfagas de disparos de nuestro batallón, cuya moral se había levantado al ver al cazarrecompensas caer bajo mi peso.

Creímos que habiéndole capturado, terminaría esa misión...

... Pero solo estaba comenzando.

Sci, cambio y fuera.



Y te sientes caer en una oscuridad abrumante... Sin esperanza.

...

07 julio, 2012

Sobreviviente. Pt 2

La sobrevivencia del más apto... Vale un pepino si te peleas con zombies.



Sabía que debía moverme tan pronto fuera posible... Aun más rápido en la oscuridad de la noche.

Llevaba conmigo solo lo necesario: Una escopeta y dos pistolas cortas, una espada que había encontrado en una incursión a una armería y un reproductor de música. Aparte, una mochila que me servía para transportar municiones, algunas provisiones y una pc.

Sabía que no todos eran zombies. No había forma de que yo fuese el único sobreviviente a esta crisis. Una parte de mi esperaba que todos aquellos usuarios de de alguna red social que solían decir que sobrevivirían en caso de apocalipsis zombie tuvieran razón.

Reí ante tal pensamiento. En esos tiempos solo se bromeaba al respecto, como se bromeaba con el Fin del Mundo según el Calendario Maya o La Tercera Guerra Mundial... Bromas, nada más... Quien iba a pensar que esas bromas se volverían realidad.

A la fecha seguía sin explicarme del todo bien como lograba encontrar corriente eléctrica y municiones, y sin embargo no tener redes de Internet o comunicaciones. Era una total locura. Como lo era el escucharles con su arrastrado andar, avisándome que era momento de moverme.

Llevaba tiempo moviéndome en círculos entre los lugares que solían ser mi hogar... El departamento de mi madre... La casa de mi abuelo... El salón de fiestas de mi tía.

Esta vez, la noche me encontró en el abandonado y tablillado salón de fiestas de mi tía. Un lugar bastante tétrico en mejores tiempos, ahora totalmente tenebroso debido al esparcimiento del virus.

Se encontraba rodeado de perros, todos ellos contaminados. Todos ellos buscando algo que comer. Estoy seguro de haber visto varios que llegué a conocer, y tenido que asesinarles. Si eso me dolía, no tenía idea de como sería si debía matar a algún amigo o familiar.

Después de intentar comunicarme de nuevo con el grupo que había localizado hace unos días atrás, cargue la escopeta y me predispuse a salir. Había truenos. El clima tampoco ayudaba mucho. Siempre me pareció curioso como en películas y videojuegos la noche parecía durar una eternidad. Ahora, en esa situación, tenía algo de sentido.

Caminé con la escopeta a punto, escuchando a mi alrededor por si había un imprevisto. Si lograba llegar a la luz en la plazoleta estaría, cuando menos un poco, más a salvo.

Seguía dándole vueltas a la situación cuando escuche unos gruñidos detrás de mi acompañados por un rápido andar de patas. Apunte la escopeta, que contaba con una improvisada lámpara pegada con cinta de aislar y le ví saltar a tiempo para disparar.
¡BANG! Cayó al piso con la cabeza atravesada por mi disparo.

Mi idea era llegar a casa de mi abuelo, donde aún había provisiones extras. Era una total suerte que mi tío y su esposa tuvieran la costumbre de comprar suplementos de más. Resultaba irónico que, en su tiempo, lo encontramos bastante superfluo.

Acababa de pisar la plazoleta cuando comencé a escuchar sus gemidos y pasos irregulares, acompañados de gruñidos y ocasionales ladridos. No entendía como era posible que parecieran organizare en oleadas para atacar, si no tenían cerebro que les coordinara. Caminé más rápido, tal vez podría evadir tener que gastar balas.

Estaba equivocado. Al ponerme contra la luz fui capaz de verles a todos. Eran demasiados y venían por todos lados. Entre perros y personas. Comencé a disparar, sin dejar de moverme. A veces caían de a 3, otras de 2. Había aprendido a apuntar hacía muchas noches.

Los perros se adelantaron mostrando los dientes entre su carne necrosada y gruñendo. No sabía si era hambre o simple instinto zombie. Seguí disparando. Los sonidos de la escopeta eran lo único que rasgaba el ruido de los gemidos y pasos. Hacía cuanto podía por salir de ahí.

Se me acabaron las balas. Y aunque tenía más en casa de mi abuelo y el departamento de mi madre, en ese momento de nada me servían guardadas. Puse la escopeta en la mochila y desenvainé la espada que había afilado horas antes. Les miré pensando que tal vez era suicidio lo que hacía, pero no había otra manera.

- No estoy listo para morir. - Susurre para mi mismo - No aquí, ni así...

Y me arrojé en una embestida sangrienta, cortando todo cuanto podía con la espada. Atravesando músculo y hueso. Cortando en pedazos irregulares. Defendiéndome de sus embestidas y mordidas. Era como bailar viendo como la sangre salía a chorros de sus cuerpos. Era una danza mortal.

Una danza que sabía bailar muy bien.

Logré salir de la plazoleta y corrí el tramo que me faltaba para llegar a casa de mi abuelo. Me encontré con algunos zombies en el camino, pero no eran amenaza alguna. Llegué a las paredes de la casa y escalé por las piedras hasta la ventana. Arrojé una granada hacia la calle cuando estuve a salvo.

Lo había logrado. Otra noche más vivo. Necesitaba descansar.

Ya me preocuparía por buscar mas sobrevivientes cuando el sol me protegiera.



... Eso claro, si podía sobrevivir el resto de la noche.

...