23 febrero, 2012

Secuencia Restaurada - Lo tenía a buen recaudo...

- Asesinar o ser asesinado... No hay más.



Más palabras resonando en mi mente. Gente con la que había hablado, que sabían al respecto y me ayudaban en mi propia búsqueda por una solución a todo este conflicto que había iniciado como una pelea entre dos familias y escalado a algo de proporción mayor.

La vida de un Asesino, como me comenzaron a llamar después, no era precisamente la mejor del mundo. Entre los asesinatos a cometer y los sinsabores de la revelación que se presentaba frente a mi, comenzaba a perder la fe que alguna vez sostuve sobre la humanidad.

Todo lo que conocía había cambiado totalmente. Mi abuelo no era solamente un venerado sabio en un pueblo calmado, si no un Asesino. Uno de tantos que durante el tiempo dedicaron sus vidas a preservar el libre albedrío de la Raza Humana. Eran héroes manchados de la sangre de sus adversarios y trabajaban en la oscuridad sirviendo a un propósito mayor. Uno que no todo el mundo podía entender bien.

Era parte de una Hermandad, como había más en todo el mundo. Todas ocultas. No podían darse el lujo de hacer mucho jaleo por que llamar la atención estaba categóricamente prohibido.... A menos que quisieras morir.

Y yo había heredado su legado... Su hoja oculta... Su atuendo extravagante... Y su misión.

- Hay cosas que aún no sabes ni comprenderías bien ahora, Miguel... - Me dijo mi abuelo una tarde que había entrado a su estudio y curioseado de más en las estanterías, encontrando una entrada secreta.

- ¿Qué cosas?

- No puedo explicarte todo ahora... - Hizo una pausa, volteando a verme - El momento llegará en el que debas saber las respuestas.

- ¿Y por qué tanto misterio?

- Miguel, mira esto... - Se colocó su hoja oculta y la accionó - Un día tu tendrás que accionar esta hoja y la guiarás hacia la verdad.

Un año más tarde, mi abuelo sería capturado y torturado a muerte... Y mientras yo iba inseguro en una misión para al menos recuperar el cuerpo de mi abuelo, mi familia escapaba de la villa donde vivíamos en medio de una rebelión civil.

Cuando encontré a mi abuelo, abriéndome paso entre soldados y gente, solo atino a decir lo siguiente:

- Y yo que pensé que lo tenía a buen recaudo... - Tosió, con sangre - Es tu momento, Miguel. Termina lo que comencé.

- Descansa, viejo... Lo haz hecho bien...

Cerré sus ojos y llevé su cuerpo hasta el lugar donde me reuniría con mi familia... Mi madre me entregaría ciertos papeles que serían mi primer pista a seguir...



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