11 marzo, 2012

Bye bye, Casa Cortés...

Siempre me gustó el sonido que las hojas de los árboles hacían al mecerse con el aire en su jardín...



Se distingue por sus paredes recubiertas de rocas, que le dan un aspecto algo tétrico por las noches, y por que en tiempos de fiestas decembrinas, siempre tuvo una de las más bellas decoraciones que yo podía ver.

Siempre pensé que vería crecer a mis hijos en ese lugar; mi sagrado espacio personal. La casa de mi abuelo.

Sin embargo, creo que me equivoqué. Tal vez demasiado.

Yo crecí corriendo en ese pequeño jardín... Ayudé a mi abuelo a hacer muchas cosas a la luz del sol en la azotea... Vi como mi madre armaba los adornos que darían vida a La Navidad en Casa Cortés durante muchos años...

No se exactamente en que momento fue que ya no fuimos recibidos ahí, ni las razones por las cuales esto sucedió.

Tampoco comprendo por que mi más grande héroe nos dió la espalda a mi madre, hermana y yo.

Hoy solo queda decir adiós...


... No se cuando volvamos... O si es que volveremos... Yo espero que sí...

...

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